Imagina un mundo en el que no hay carreteras, apenas electricidad. Imagina que en ese mundo la mayoría de los habitantes vive de sus animales y de lo poco que ofrece una tierra de alta montaña a la que han ido ganando palmo a palmo cada metro del que disponen.
Imagina que, a pesar de todo, que a pesar de lo poco de que disponen los habitantes de ese lugar, sonríen.
Estamos hablando de los habitantes del Himalaya nepalí. Estamos hablando de Nepal y sus gentes.
Ahora concentrémonos en algún distrito en particular de este país multiétnico y multicolor.
El distrito de Rasuwa, por ejemplo, donde habita la etnia Tamang, a unos 150 kilómetros al norte de Katmandú, en el corazón de la cordillera más alta del mundo.
Los Tamang son una etnia de origen tibetano-mongol que se asentó en Nepal hace aproximadamente 1500 años (¡casi nada!). Sus construcciones y monumentos tradicionales son centenarios, y en algunos casos milenarios.
¿Has dibujado ya en tu mente este pequeño museo histórico en el que incluso la vestimenta de los habitantes se mantiene como hace cientos de años?
¿Has visualizado ya este pequeño espacio del mundo por el que el tiempo ha transcurrido más lento que en la mayoría del mundo?
Bien, ahora que hemos pintado este hermoso cuadro y podemos visualizar en parte como es esta reducida y olvidada comunidad con la que colabora Orche, nuestra pequeña ONG, imagina que un terremoto destruye su arquitectura, que a la vez son sus viviendas y monumentos sagrados.
Esto último no es un cuento, tampoco es ciencia ficción. En abril de 2015 la tierra decidió moverse provocando un terremoto en el que perdieron la vida casi 10.000 personas, y que dejó sin casas a otros cientos de miles.